jueves, 16 de mayo de 2013

CAPÍTULO I - LA MEDICIÓN Y LA GESTIÓN EN LA ERA DE LA INFORMACIÓN



LA MEDICION Y LA GESTION EN LA ERA DE LA INFORMACION
Los directivos,  necesitan utilizar todo un equipo de instrumentos en muchos aspectos de su entorno y actuación, para poder ve­rificar y controlar su viaje hacia unos excelentes resultados futuros.
El Cuadro de Mando Integral (CMI) proporciona a los directivos el equipo de instrumentos que necesitan para navegar hacia un éxito compe­titivo futuro. Hoy en día las organizaciones están compitiendo en entor­nos complejos y por lo tanto, es vital que tengan una exacta comprensión de sus objetivos y de los métodos que han de utilizar para alcanzarlos. El Cuadro de Mando Integral traduce la estrategia y la misión de una or­ganización en un amplio conjunto de medidas de la actuación, que pro­porcionan la estructura necesaria para un sistema de gestión y medición estratégica. El Cuadro de Mando Integral sigue poniendo énfasis en la consecución de objetivos financieros, pero también incluye los inductores de actuación de esos objetivos financieros. El cuadro de mando mide la ac­tuación de la organización desde cuatro perspectivas equilibradas: las fi­nanzas, los clientes, los procesos internos, y la formación y crecimiento. El CMI permite que las empresas puedan seguir la pista de los resultados fi­nancieros al mismo tiempo que observan los progresos en la formación de aptitudes y la adquisición de los bienes intangibles que necesitan para un crecimiento futuro.
Las empresas se encuentran en medio de una transformación revolucio­naria. La competencia de la era industrial se está transformando en la com­petencia de la era de la información. La tecnología era importante, pero en última instancia, el éxito lo obtu­vieron las empresas que podían encajar la nueva tecnología en sus produc­tos, que ofrecían una eficiente producción en masa de productos estándar. El impacto de la era de la información es aún más revolucionario en las empresas de servicios que en las empresas fabricantes. El entorno de la era de la información, tanto para las organizaciones fa­bricantes como para las de servicios, exige tener nuevas capacidades para obtener el éxito competitivo. La habilidad de una empresa para movilizar y explotar sus activos intangibles o invisibles, se ha convenido en algo mucho más decisivo que invertir y gestionar sus activos tangibles y físicos.
Las organizaciones de la era industrial consiguieron obtener ventajas com­petitivas gracias a la especialización de las capacidades funcionales: en la fa­bricación, Compra, distribución, marketing y tecnología. . Un sistema integrado, desde los pedidos de los clientes hasta los proveedores de materias primas, permite que todas las unidades de la organización, que se encuentran a lo largo de la cadena de valor, obtengan unas enormes mejoras en coste, calidad y tiempos de respuesta.
Las empresas de la era industrial prosperaron al ofrecer productos y servi­cios baratos pero producidos en cadena, en cambio las empresas de la era de la información deben aprender a ofrecer productos y servicios hechos a la medida de la demanda de sus diferentes segmentos de clientes, sin tener que pagar la habitual penalización sobre los costes que tienen las operaciones altamente diversifica­das y de bajo volumen.
Las fronteras nacionales ya no son una barrera para la competencia que re­presentan las empresas extranjeras, más eficientes y sensibles. Las empre­sas de la era de la información compiten contra las mejores empresas mun­diales. Las grandes inversiones que exigen los nuevos productos y servicios pueden también exigir tener clientes en todo el mundo, que proporcionen rendimientos adecuados.
Las empresas que compi­ten en sectores de rápida innovación tecnológica han de ser maestras a la hora de anticiparse a las necesidades futuras de los clientes, inventando productos y ofreciendo servicios radicalmente nuevos, y utilizando rápida­mente las nuevas tecnologías de los productos en eficientes procesos de funcionamiento y de prestación de servicios.
Las empresas de la era industrial crearon claras distinciones entre dos gru­pos de empleados. La élite intelectual -gerentes e ingenieros- utilizaban su capacidad analítica para diseñar productos y procesos, seleccionar y gestio­nar a los clientes, y supervisar las operaciones diarias. El segundo grupo es­taba compuesto por la gente que realmente producía los productos y pres­taba los servicios. Esta fuerza laboral de trabajo directo era un factor principal en la producción en las empresas de la era industrial, pero sólo se utilizaban sus capacidades físicas y no sus mentes, Ahora todos los empleados han de aportar valor, gracias a lo que saben y por la información que pueden proporcionar. Invertir en el conocimiento de cada empleado, y gestionar y explotar dicho conocimiento, se ha convertido en algo crítico para el éxito de la empresa de la era de la información. A medida que las organizaciones intentan transformarse para poder competir con éxito en el futuro, recurren a toda una variedad de iniciati­vas de mejoras.
El proceso de informes financieros permanece anclado en un modelo de contabilidad desarrollado hace siglos para un entorno de transacciones en plano de igualdad entre entidades independientes. Este venerable mo­delo de contabilidad financiera, aún sigue siendo utilizado por empresas de la era de la información, mientras intentan construir activos internos y ca­pacidades, y forjar vínculos y alianzas estratégicas con grupos externos. Lo ideal hubiera sido que este modelo de contabilidad financiera se hu­biera expandido hasta incorporar la valoración de los activos intangibles de una empresa, como los productos y servicios de alta calidad, los empleados expertos y motivados, los procesos internos predecibles y sensibles, y unos clientes leales y satisfechos. Tal valoración de los activos intangibles y de las capacidades de la empresa sería especialmente útil ya que para las empre­sas de la era de la información, estos activos son más imprescindibles para el éxito, que los activos físicos y tangibles tradicionales.
El modelo de contabilidad finan­ciera del coste histórico, ha creado una nueva síntesis: el Cuadro de Mando Integral. El Cuadro de Mando Integral sigue teniendo los indicadores fi­nancieros tradicionales. Pero los indicadores financieros cuentan la historia de hechos y acontecimientos pasados, una historia adecuada para las em­presas de la era industrial, para las cuales las inversiones en capacidades y relaciones con los clientes a largo plazo no eran críticas para el éxito.  El Cuadro de Mando Integral complementa los indicadores financieros de la actuación pasada con medidas de los inductores de actuación futura. Los objetivos e indicadores de Cuadro de Mando se derivan de la visión y estrategia de una organización; y contemplan la actuación de la organiza­ción desde cuatro perspectivas: la financiera, la del cliente, la del proceso interno y la de formación y crecimiento. Estas cuatro perspectivas propor­cionan la estructura necesaria para el Cuadro de Mando Integral. Los ejecutivos de una empresa pueden, ahora medir la forma en que sus unidades de ne­gocio crean valor para sus clientes presentes y futuros.
El Cuadro de Mando Integral es más que un sistema de medición tácti­co u operativo. Las empresas innovadoras están utilizando el Cuadro de Mando como un sistema dé gestión estratégica, para gestionar su estrategia a largo plazo. Están utilizando el enfoque de medición del Cuadro de Mando para llevar a cabo procesos de gestión decisivos como:
l.- Aclarar y traducir o transformar la visión y la estrategia.
2.- Comunicar y vincular los objetivos e indicadores estratégicos.
3.- Planificar, establecer objetivos y alinear las iniciativas estratégicas.
4.-Aumentar la formación estratégica.
Una vez se han establecido los objetivos de clientes y financieros, la or­ganización identifica los objetivos y los indicadores para su proceso interno. Esta identificación representa una de las innovaciones y beneficios princi­pales del enfoque del Cuadro de Mando Integral. Los sistemas tradiciona­les de medición de actuación, incluso aquellos que utilizan muchos indica­dores no financieros, se centran en la mejora del coste, calidad y tiempos de los ciclos de los procesos ya existentes. El Cuadro de Mando Integral desta­ca aquellos procesos que son más decisivos e importantes para alcanzar una actuación realmente extraordinaria de cara a los clientes y accionistas. Es importante que esta identificación revele unos procesos internos completa­mente nuevos, en los que la organización debe ser excelente y. por lo tanto, sobresalir, a fin de que su estrategia tenga éxito.
Los objetivos e indicadores estratégicos del Cuadro de Mando Integral se comunican a través de una  organización, por medio de los boletines internos de una empresa, los tablones de anuncios, vídeos e incluso de for­ma electrónica, a través de ordenadores personales e instalados en red, la comunicación sirve para indicar a todos los empleados los objetivos críticos que deben alcanzarse si se quiere que la estrategia de la organización tenga éxito. Al final del proceso de comunicación y vinculación, todo el mundo en la organización debe comprender los objetivos a largo plazo de la unidad de negocio, así como la estrategia para conseguir estos objetivos. Los indivi­duos han formulado acciones locales que contribuirán a la obtención de los objetivos de la unidad de negocio. Y todos los esfuerzos e iniciativas de la organización estarán alineados con los procesos de cambio necesarios. El Cuadro de Mando Integral causa su mayor impacto cuando se despliega para conducir el cambio de la organización.  Los altos ejecutivos deben esta­blecer unos objetivos para los indicadores de  Cuadro de Mando, de 3 a 5 años vista, que si se alcanzan, transformarán la empresa. Para alcanzar unos objetivos financieros tan ambiciosos, los directivos deben identificar objetivos de extensión para sus clientes, procesos internos y objetivos de formación y crecimiento. Estos objetivos de extensión pue­den proceder de varias fuentes. Lo ideal sería que los objetivos para los in­dicadores de los clientes derivaran de la satisfacción o de sobrepasar las ex­pectativas de los clientes. Para identificar las expectativas de una actuación sobresaliente deberían examinarse las preferencias de los clientes actuales y de los potenciales. Puede utilizarse el marketing para incorporar la me­jor práctica y para verificar que los objetivos propuestos internamente no hagan que la unidad de negocio siga arrastrándose en pos de las medidas estratégicas. A través de una serie de relaciones de causa y efecto, incorporadas en el Cuadro de Mando Integral, estas capacidades pueden, eventualmente  traducirse en una actuación financiera superior.
El proceso de planificación y de gestión del establecimiento de objetivos permite a la organización:
   cuantificar los resultados a largo plazo que desea alcanzar,
   identificar los mecanismos y proporcionar los recursos necesarios para alcanzar estos resultados, y
   establecer metas a corto plazo para los indicadores financieros y no fi­nancieros del Cuadro de Mando.
El proceso final de gestión inserta el Cuadro de Mando Integral en una es­tructura de formación estratégica. Consideramos que este proceso es el as­pecto más innovador y más importante de todo el proceso de gestión del Cuadro de Mando. Este proceso proporciona la capacidad y aptitud para la formación organizativa a nivel ejecutivo. El Cuadro de Mando Integral les permite vigilar y ajustar la puesta en práctica de sus estrategias y si fuera  necesario, hacer cambios funda­mentales en la propia estrategia. I-as organizaciones necesitan la capacidad del aprendizaje de doble bu­cle.  El aprendizaje o formación de doble bucle se da cuando los directivos cuestionan sus asunciones subyacentes y meditan sobre si la teoría bajo la que ellos estaban operando sigue siendo consistente con la evidencia, ob­servaciones y experiencia actuales. Los directivos, por supuesto, necesitan disponer feedback sobre si la estrategia que habían planeado sigue sien­do una estrategia viable y de éxito El proceso de formación estratégica alimenta el siguiente proceso estratégico y de visión, en que los objetivos en las diversas perspectivas se revisan, se ponen al día. y se reemplazan, de acuerdo con la visión más actual de los resultados estratégicos y los inductores de la actua­ción para los períodos venideros.

CAPÍTULO V - LA PERSPECTIVA DEL PROCESO INTERNO



1. LA PERSPECTIVA DEL PROCESO INTERNO

Para la perspectiva del proceso interno, los directivos identifican los procesos más críticos a la hora de conseguir los objetivos de accionistas y clientes. Es típico que las empresas desarrollen sus objetivos e indicadores desde esta perspectiva, después de haber formulado los objetivos e indicadores para la perspectiva financiera y la del cliente. Esta secuencia permite que las empresas centren sus indicadores de los procesos internos en aquellos procesos que entregarán los objetivos establecidos por los clientes u accionistas.' Los sistemas existentes de medición de la actuación en la mayoría de las organizaciones se centran en la mejora de los procesos operativos existentes. En el caso del Cuadro de Mando Integral, recomendamos que los directivos definan una completa cadena de valor de los procesos internos que se inicia con el proceso de innovación -identificar las necesidades de los clientes actuales y futuros y desarrollar nuevas soluciones para estas necesidades-, sigue a través de los procesos operativos -entregando los productos y servicios existentes a los clientes existentes— y termina con el servicio pos venia —ofreciendo servicios después de la venta, que se añaden al valor que reciben los clientes.

El proceso de derivar objetivos e indicadores para la perspectiva del proceso interno representa una de las distinciones más claras entre el Cuadro de Mando Integral y los sistemas tradicionales de medición de la actuación- Estos sistemas se centran en el control y mejora de los centros de responsabilidad existentes. Las limitaciones de una dependencia exclusiva de los indicadores financieros y de los informes mensuales de desviaciones para controlar estas operaciones departamentales son, por supuesto, bien conocidas,2 Afortunadamente, la mayoría de organizaciones están ya muy lejos de utilizar el análisis de las desviaciones de los resultados financieros como su método primordial de evaluación y control. Están complementando los indicadores financieros con medidas de calidad, rendimiento, producción y tiempos de ciclo.* Estos sistemas más exhaustivos de medición de la actuación son, ciertamente» una mejora sobre la dependencia exclusiva de los informes mensuales de desviaciones, pero siguen intentando mejorar la actuación de los departamentos individuales, en lugar de los procesos integrados. Así pues, las tendencias más recientes animan a las empresas a medir la actuación de procesos como cumplimentación de pedidos, aprovisionamiento y planificación y control de la producción, que abarcan a varios departamentos de la organización. Para estos procesos se acostumbran a medir y definir las medidas de coste, calidad, producción y tiempo.

Para muchas empresas, en la actualidad, disponer de múltiples indicadores para procesos integrados y multifuncionales representa una mejora significativa sobre sus sistemas actuales de indicadores de la actuación. En realidad, este es el objetivo que nos fijamos cuando, en 1990, lanzamos un proyecto de medición de la actuación de un año de duración con una docena de empresas. Este proyecto, que se apoyaba en la experiencia de Analog Devices y otras empresas, nos llevó a la formulación del Cuadro de Mando Integral como un nuevo sistema de medición corporativo.

Todas las empresas están ahora intentando mejorar la calidad, reducir los tiempos de los ciclos, aumentar los rendimientos, aumentar al máximo los resultados y reducir los costes de sus procesos. Por lo tanto, centrarse exclusivamente en mejorar el tiempo de los ciclos, los resultados, la calidad y los costes de los procesos existentes puede que no conduzca a una mejora de la competitividad. A menos que se pueda superar de manera general a los competidores en todos los procesos, en calidad, tiempo, productividad y coste, esta clase de mejoras facilitarán la supervivencia, pero no conducirán a ventajas competitivas inequívocas y sostenibles.

En el Cuadro de Mando Integral, los objetivos e indicadores para la perspectiva del proceso interno se derivan de estrategias explícitas para satisfacer las expectativas del accionista y del cliente seleccionado. Este proceso secuencial y vertical acostumbra a revelar en su totalidad los nuevos procesos en los que una organización ha de sobresalir con excelencia.

Cualquiera que se haya visto involucrado con contratistas, especialmente en la construcción de viviendas o proyectos de renovación de las mismas, sabe que la definición de un contratista de que un proyecto se ha terminado con éxito difiere considerablemente de la definición del cliente. Así pues, aunque los ingenieros de Rockwater habían completado la última soldadura programada en las tuberías y habían pasado a su siguiente proyecto, puede que el cliente estuviera algo menos que completamente satisfecho con los resultados. Una de las pocas formas que los clientes tienen para comunicar la diferencia de opinión que ellos tienen con los contratistas sobre la definición de terminación de proyecto es retener el pago final hasta que se haya realizado el trabajo adicional, y ambas partes estén de acuerdo en que el proyecto ha sido realmente terminado.

El proceso de vincular los objetivos de procesos internos con los objetivos de clientes y financieros, reveló a los ejecutivos de Rockwater, dos procesos internos totalmente nuevos, en que debían sobresalir con excelencia:

1.     Gestionar las relaciones de proyecto existentes, para facilitar un ciclo rápido de finalización y cobro.
2.     Anticiparse a las futuras solicitudes de los clientes e influir en ellas.

El establecimiento de objetivos e indicadores para estos procesos sólo podía haberse derivado de un procedimiento vertical, que transformara o tradujera la estrategia en objetivos operativos. Con un procedimiento de esta clase, los directivos identificaron nuevos procedimientos para la perspectiva del proceso interno, que conducirían a una actuación realmente impactante para los clientes y accionistas.

2. LA CADENA DE VALOR

Cada negocio tiene un conjunto único de procesos para crear valor para los clientes y producir resultados financieros. Sin embargo, hemos descubierto que un modelo genérico de cadena de valor proporciona una plantilla que las empresas pueden hacer a su medida, al preparar su perspectiva del proceso interno. Este modelo abarca tres procesos principales:

·      Innovación
·      Operaciones
·      Servicio posventa

En el proceso de innovación, la unidad de negocio investiga las necesidades, emergentes o latentes, de los clientes, y luego crea los productos o servicios que satisfarán esas necesidades- El proceso operativo, el segundo paso más importante en la cadena genérica de valor interno, es donde se producen y se entregan a los clientes los productos y servicios existentes. Este proceso ha sido históricamente el centro de los sistemas de medición de la actuación de la mayoría de organizaciones.

La excelencia en las operaciones y la reducción de costes en los procesos de fabricación y de prestación de servicios siguen siendo unos objetivos importantes. La cadena genérica de valor muestra, sin embargo que esta excelencia operativa puede que sea sólo un componente, y quizás no el componente más decisivo, de toda una cadena de valor interno para alcanzar los objetivos financieros y del cliente.

El tercer paso más importante en la cadena interna de valor es atender y servir al cliente después de la venta o entrega de un producto o servicio. Algunas empresas poseen unas estrategias explícitas para ofrecer un servicio posventa de calidad superior. Todas las actividades añaden valor a la utilización del producto y servicios de la empresa, por parte de los clientes seleccionados.

PROCESO DE INNOVACIÓN

El proceso de innovación consta de dos componentes. En el primero, los directivos se hacen cargo de la investigación de mercado para identificar el tamaño del mismo, la naturaleza de las preferencias de los clientes y los precios objetivos para el producto o servicio seleccionado. Cuando las organizaciones utilizan sus procesos internos para satisfacer las necesidades concretas de los clientes, conseguir una información válida y fiel sobre el tamaño del mercado y las preferencias de los clientes se convierte en una tarea vital que hay que realizar bien. Además de encuestar a los clientes existentes y a los potenciales, este segmento puede incluir también imaginar unas oportunidades y mercados enteramente nuevos para los productos y servicios que la organización podría proporcionar.

La información sobre los mercados y los clientes proporciona el input para los verdaderos procesos de diseño y desarrollo del producto/servicio, que es el segundo paso del proceso de innovación.* Durante esta fase, el grupo de investigación y desarrollo de la organización:

·         Realiza tina investigación básica para desarrollar productos y servicios radicalmente nuevos, para entregar valor a los clientes,
·         Lleva a cabo una investigación aplicada para explotar la tecnología existente para los productos y servicios de nueva generación, y
·         Realiza unos esfuerzos de desarrollo muy bien enfocados, para llevar los nuevos productos y servicios al mercado.

Indicadores para la Investigación Básica y Aplicada

Advanced Micro Devices, un fabricante puntero de semiconductores, compite en un sector con unos cambios tecnológicos extremadamente rápidos. AMD diseñó muchos indicadores de su Cuadro de Mando Integral sobre el proceso de innovación. Entre los indicadores que se utilizaron estaban:

·         El porcentaje de ventas de los nuevos productos
·         El porcentaje de ventas de los productos de la marca
·         La introducción de nuevos productos en relación con los de la competencia; también la introducción de nuevos productos en relación con lo planeado
·         Las capacidades del proceso de fabricación
·         El tiempo necesario para desarrollar la siguiente generación de productos

Estas medidas comunicaban la importancia que la empresa concedía a un proceso de innovación eficaz.

Indicadores Para El Desarrollo Del Producto

A pesar de la inseguridad inherente a muchas actividades de desarrollo de productos, es posible hallar unos patrones consistentes que pueden ser explotados en mi proceso de medición. Por ejemplo, el desarrollo de un producto farmacéutico pasa a través de un proceso secuencial que se inicia con la exploración de grandes cantidades de compuestos; luego hay que investigar más detalladamente los más prometedores, pasar de las pruebas de laboratorio a las pruebas con animales, de éstas a las pruebas con humanos, y luego pasar por unos complejos procesos gubernamentales de revisión y certificación. Cada fase puede caracterizarse por medio de indicadores o como rendimientos.

Los ingenieros de Hewlett-Packard diseñaron un indicador denominado el tiempo del punto de equilibrio (TPE) para medir la eficacia de su ciclo de desarrollo de producto. TPE mide el tiempo que transcurre desde el inicio del trabajo de desarropo del producto hasta que el producto ha sido introducido y ha generado el suficiente beneficio para devolver la inversión que se realizó, inicialmente en su desarrollo. El TPE reúne en un solo indicador tres elementos que son críticos en un proceso eficaz y eficiente de desarrollo del producto. Primero, para que la empresa llegue a su punto de equilibrio en su proceso, debe haber recuperado su inversión en el proceso de desarrollo del producto. Así pues, el TPE incorpora no sólo e] resultado del proceso de desarrollo del producto sino también el coste del proceso. En segundo lugar, el TPE acentúa la rentabilidad: se anima a los directivos de marketing, al personal de fabricación y a los ingenieros de diseño para trabajar juntos en el desarrollo de un producto que satisfaga las verdaderas necesidades de los clientes, incluyendo ofrecer el producido a través de un canal de ventas eficaz, a un precio atractivo y con un coste que permita a la empresa obtener unos beneficios que la resarzan del coste de la inversión en el desarrollo del producto. Y tercero, el TPE tiene un gran valor en tiempo: anima el lanzamiento de nuevos productos con mayor rapidez que la competencia y, por lo tanto, se pueden obtener con mayor rapidez mayores ventas, a fin de reintegrar la inversión en el desarrollo del producto.

PROCESO OPERATIVO

El proceso operativo representa la onda corta de la creación de valor en las organizaciones. Empieza con la recepción de un pedido del cliente y termina con la entrega del producto o servicio al cliente. Este proceso recalca la entrega eficiente, consistente y oportuna de los productos y servicios existentes a los clientes existentes.

Las operaciones existentes tienden a ser repetitivas a fin de que las técnicas de gestión científica puedan ser fácilmente aplicadas al control y mejora de la recepción y procesado de los pedidos del cliente y a los procesos de venta, producción y entrega. Tradicionalmente, estos procesos operativos han sido monitorizados y controlados por indicadores financieros, como los costes estándar, presupuestos y desviaciones. Sin embargo, con el tiempo, centrarse excesivamente en indicadores financieros tan estrechos como la eficiencia de la mano de obra, la eficiencia de las máquinas y las desviaciones del precio de compra, conduce a un situación altamente disfuncional: el mantener al personal y a las máquinas ocupados produciendo existencias que no están relacionadas con los pedidos reales de los clientes, y pasando de un proveedor a otro persiguiendo los precios de compra más baratos (pero ignorando los costes de los pedidos de gran volumen y mala calidad, la inseguridad en los tiempos de entrega, y de unos procesos desconectados de pedido, recepción, facturación y cobro entre los proveedores de bajo precio y el cliente). Los defectos asociados con la utilización de los indicadores de contabilidad de costes tradicionales en los ciclos de corta duración de hoy en día, y en un entorno de alta calidad enfocado al cliente, han sido documentados ampliamente.

EL SERVICIO POSTVENTA

La fase final de la cadena interna de valor es el servicio posventa. Los servicios posventa incluyen las actividades de garantía y reparaciones, tratamiento de los defectos y devoluciones, y el procesamiento de pagos, como por ejemplo la administración de las tarjetas de crédito.

Las empresas que intentan satisfacer las expectativas de sus clientes seleccionados en cuanto a un servicio posventa superior pueden medir su actuación aplicando algunos de los mismos indicadores de tiempo, calidad y coste descritos para los procesos operativos a sus procesos de servicio posventa. De este modo, la duración de los ciclos puede medir la velocidad de respuesta a los fallos. Los indicadores de coste pueden evaluar la eficiencia para los procesos de servicios posventa. Y la productividad puede medir el porcentaje de solicitudes del cliente que se solucionan con una sola visita, en lugar de necesitar múltiples visitas para solucionar el problema.

3. PERSPECTIVAS CONCRETAS DE PROCESOS INTERNOS

KENYON STORES

Kenyon Stores es un detallista de ropa de vestir que factura varios miles de millones de dólares. La alta dirección de Kenyon ha establecido un objetivo agresivo de crecimiento de las ventas de un 150% en cinco años. Pretendían alcanzar este ambicioso objetivo proporcionando:

·         Una imagen de marca extraordinaria y con mucha demanda;
·         Una mercancía de moda, diseño y calidad, a un precio atractivo, y
·         Un servicio rápido y eficiente y una excelente disponibilidad del producto.

Kenyon había establecido unos objetivos e indicadores específicos del cliente para los atributos de los productos, relaciones con los clientes e imagen y marca. Para entregar estos objetivos de cliente, Kenyon identificó cinco procesos críticos internos de negocio:

·         Gestión de la marca
·         Ser líderes en moda
·         Ser líderes en aprovisionamiento
·         Disponibilidad de mercancías
·         Una experiencia de compra perfecta

La Gestión De Marca

Kenyon identificó cuatro subobjetivos, dentro del proceso de gestión de marca:

·         Definición del concepto de marca
·         Dominio de la categoría
·         Estrategia de posicionamiento
·         Definición del concepto de tienda

Estos subobjetivos iban dirigidos a la construcción de un concepto y a la lealtad entre los clientes seleccionados. Los indicadores seleccionados para estos subobjetivos eran:

·         Cuota de mercado en las categorías seleccionadas
·         Reconocimiento de la marca
·         Cuentas nuevas abiertas cada año

Liderazgo en Moda

El liderazgo en la moda se centraba en la utilización eficaz de información, para elegir las modas que satisfarían las expectativas de los clientes en categorías clave de ropa. Este objetivo comunicaba la importancia de una temprana identificación de las tendencias de la moda y una rápida difusión de esta información a fin de que los artículos clave, pudieran ser presentados en las tiendas antes de lo que lo haría la competencia. El indicador seleccionado fue el número de artículos clave en los que Kenyon era el primero o el segundo en llegar al mercado. Un segundo indicador de la definición de moda fue el porcentaje de ventas de artículos presentados en la tienda por primera vez. La definición de artículos que se incluiría en este indicador cambiaría de año en año para reflejar las nuevas categorías que serían enfatizadas cada año.

Ser Líder en Aprovisionamiento

El Cuadro de Mando medía el porcentaje general de todas las devoluciones relacionadas con la calidad y podía seguir la pista a dichas devoluciones hasta llegar a los vendedores individuales.

Un segundo indicador de liderazgo en aprovisionamiento procedía de un cuadro de mando sobre vendedores, de nueva creación, que evaluaba a los proveedores en sus dimensiones de calidad, precio, plazos de entrega e input en decisiones de moda.

Disponibilidad de la Mercancía

La disponibilidad de la mercancía se refiere a un objetivo de «existencias perfectas», en el que la satisfacción del cliente, las ventas y los márgenes brutos se conseguirán al adquirir las cantidades adecuadas de mercancía en los colores y tallas adecuadas, y aprovisionar a las tiendas con el surtido adecuado, anticipándose a las demandas de los clientes. El primer elemento de este objetivo, para un proceso de compra excelente, se midió por el porcentaje de tiendas que no tenían existencias de artículos clave seleccionados. Equilibrar este indicador, a fin de evitar un exceso de existencias, era un objetivo claro.

El segundo elemento, llevar el producto adecuado a la tienda adecuada utilizaba dos indicadores. Uno era la cantidad total de rebajas en los precios. El segundo indicador de distribución de producto era el porcentaje de mercancía que debía ser transferida entre tiendas.

Una Experiencia de Compra Perfecta

En el capítulo 4 se ha descrito ya una medida del objetivo de una experiencia de compra perfecta de Kenyon: una clasificación de los seis elementos de una -experiencia de compras perfecta». Este indicador ocupaba una posición tanto en la perspectiva del cliente como en la del proceso interno.

Además de esta medida adaptada a su gusto, Kenyon solicitaba feedback a los clientes: en este sub-objetivo se incluyó una puntuación sobre la satisfacción del cliente con su experiencia de compra.

METRO BANK

La perspectiva interna de Metro Bank (ver la figura 5.7) sigue la misma secuencia de objetivos de cadena de valor que hemos descrito para Kenyon. La habilidad de Metro Bank en su proceso de innovación, de identificar y vender a segmentos de mercado rentables, se midió por su rentabilidad en los segmentos de mercado seleccionados.

La entrega de productos y servicios a los clientes se midió por dos índices globales:

·         El sendero hacia los trolls
·         La satisfacción del diente interno

La medida del sendero hacia los trolls (los trolls son clientes gruñones y malhumorados; ver el apéndice) era un índice compuesto de hasta 100 diferentes fallos en la entrega de servicios que podían producir la insatisfacción del cliente. Los componentes del índice «el sendero hacia los nolis» fueron puestos en conocimiento del personal de todas las agencias y oficinas, para que cada empleado estuviera enterado de los defectos que había que evitar. El índice de satisfacción del cliente interno se construyó con las encuestas mensuales de clientes seleccionados al azar en los segmentos seleccionados del banco.

PIONNER PETROLEUM

Pioneer tenía que satisfacer los objetivos procedentes de dos clases de clientes: sus clientes inmediatos, las gasolineras, y sus consumidores, que adquirían los productos de Pioneer en puntos de venta al detalle.

Por lo que concierne a sus detallistas de gasolina, Pioneer había establecido un objetivo para el cliente de satisfacción del comerciante. Los objetivos de los procesos internos para alcanzar este resultado incluían:

·         Desarrollar nuevos productos y servicios
·         Desarrollar al comerciante

El objetivo para desarrollar nuevos productos y servicios impulsó, de hecho, tanto los objetivos de satisfacción del comerciante como los del consumidor. Al ofrecerles productos y servicios diferenciados a fin de que no tuvieran que competir por los consumidores únicamente sobre la base del precio.

El objetivo de desarrollar al comerciante se consiguió por medio de dos indicadores. Pioneer estableció un conjunto de indicadores para sus representantes de marketing- Esto ayudaba a los representantes a realizar unas visitas más centradas y eficaces con los franquiciados, y además proporcionaba una plantilla para que los representantes de marketing evaluaran la actuación de los comerciantes individuales con siete dimensiones:

·         Gestión financiera
·         Estaciones de servicio
·         Gestión del personal
·         Lavado de coches
·         Tiendas de artículos de consumo
·         Compras de gasolina
·         Una mejor experiencia de compras

El comprador misterioso hacía una compra de gasolina y de algo para comer, y luego calculaba una puntuación de calidad del comerciante que pudiera compararse con la actuación previa de la misma estación y de las estaciones de servicio competidoras. La puntuación pondera cinco áreas clave:

·         Exterior de las instalaciones
·         Servicio
·         Área de ventas
·         Personal
·         Aseos

La clasificación del comprador misterioso proporcionaba información e incentivos para que los comerciantes franquiciados ofrecieran la propuesta de valor que atraería a consumidores de los tres segmentos seleccionados de Pioneer.